En la vida de un líder, existe una narrativa interna constante. Este eco en nuestra mente tiene la tendencia a influir en nuestras decisiones, a dictar nuestras emociones y, en última instancia, a definir quién creemos que somos. ¿Te has detenido a pensar cuántas veces te has dejado llevar por esa voz que te dice que no eres lo suficientemente bueno, inteligente o talentoso para llevar a cabo tus objetivos? La obra de Adam Gordon, You May Safely Ignore The Voice Inside Your Head, nos invita a cuestionar la legitimidad de esta voz interna, especialmente en un entorno profesional donde la autoconfianza y la autovaloración son cruciales para el éxito.
A medida que el mundo se vuelve más competitivo y complejo, la importancia de manejar nuestra voz interna se vuelve aún más significativa para los líderes. Esta pieza de conversación interna, aunque a menudo se considera una parte fundamental de nuestra identidad, a menudo se convierte en un obstáculo psicológico que socava nuestra eficacia y nuestro bienestar emocional. Gordon argumenta que, aunque la voz de nuestra mente podría ofrecer sugerencias valiosas, su tendencia a generar negatividad y auto-sabotaje puede ser paralizante si no la cuestionamos.
La voz interna, o ego, presenta una paradoja: ¿cómo discernimos cuándo confiar en ella, cuando frecuentemente nos dice mentiras? A menudo, este diálogo interno se convierte en un juego de pensamientos engañosos que distorsionan nuestra percepción sobre nuestras habilidades y potencial. Como dice Gordon: la voz en nuestra cabeza “no siempre dice la verdad.” Esto se traduce directamente en el liderazgo, donde las decisiones requieren no solo habilidades estratégicas, sino también confianza en uno mismo. Cuando los líderes se dejan llevar por esta voz, a menudo dudan y titubean, lo que puede repercutir en sus acciones y en la confianza que sus equipos depositan en ellos.
La representación del ego es particularmente importante en tiempos de incertidumbre. Los líderes enfrentan constantemente retos que ponen a prueba su resolución. Si la voz interna les dice que el fracaso es inminente o que sus decisiones están condenadas al error, es probable que se detengan o tomen decisiones menos audaces. Cuando un líder se deja llevar por la autorreflexión negativa, podría caer en el acecho del estrés y la ansiedad, lo que no solo afecta su salud mental, sino que también se traduce en una disminución de la productividad y en relaciones interpersonales deterioradas.
Reflexionando sobre esto, es esencial reconocer la influencia que tiene nuestra voz interna en el entorno laboral. El líder que no confronta esta voz y no distingue entre sus pensamientos y la realidad está condenado a luchar con inseguridades que pueden desbaratar su capacidad de liderar con efectividad. Lo que plantea Gordon es radical pero necesario: Aceptar que es posible y beneficioso ignorar esas afirmaciones negativas.
Ahora, ¿cómo pasamos de ser meras víctimas de nuestros pensamientos a ser los dueños de nuestra narrativa interna? Una forma es mediante el autoconocimiento. Al reconocer la voz del ego, los líderes pueden empezar a desmitificarla. Al categorizar la narrativa interna como una mera opinión –y no un hecho– se comienza a construir una barrera entre la realidad y el autojuicio destructivo. Este proceso no solo permite a los líderes enfocarse en su verdadero potencial, sino que también les da espacio para desarrollar una cultura de sinceridad y autenticidad dentro de sus equipos.
El liderazgo efectivo proviene de un lugar de confianza y autenticidad. Los líderes que logran trascender las limitaciones impuestas por su voz interna no solo mejoran su desempeño, sino que también inspiran a sus equipos a liberarse de sus propias barreras mentales. La voz interna puede ser un aliado o un enemigo, y depende del líder decidir cómo la maneja. Al hacerlo, están cambiando la narrativa no solo para sí mismos, sino para todos aquellos que los rodean.
La invitación de Gordon se traduce en poder: la capacidad de desafiar lo que creemos que somos y lo que podemos lograr. Para implementar esta revolución mental, propongo que los líderes sigan estos pasos prácticos:
- Reconocer la voz interna: Da un paso atrás y comienza a tomar nota de lo que te dices a ti mismo. ¿Es la voz alentadora o destructiva? Reconocer su presencia es el primer paso para tomar el control del diálogo interno.
- Cuestionar su veracidad: Cuando sientas que la voz interna te dice que no puedes o que no eres suficiente, cuestiona esos pensamientos. ¿Son realmente ciertos? La mayoría de las veces, descubrirás que son infundados.
- Reemplazar con afirmaciones positivas: Una vez que hayas identificado los pensamientos negativos, comienza a sustituirlos por afirmaciones que reflejen tu verdadero potencial. Reiterar estas afirmaciones con regularidad transformará tu autopercepción y reforzará la confianza en ti mismo.
Transformar la forma en que nos comunicamos con nosotros mismos no solo tiene un impacto vital en nuestra vida personal, sino que también repercute en nuestra efectividad como líderes. La libertad de liberarse de la tiranía de la voz interna puede abrir puertas a una vida de autenticidad y confianza. Una vez que logremos esto, nuestro liderazgo florecerá en formas que jamás imaginamos. Así que la próxima vez que esa voz te diga que no puedes, recuerda: puedes elegir ignorarla.
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